"Solo lo público nos sacará adelante"

EL PLURAL: Lo ha dicho el veterano y siempre combativo cineasta británico Ken Loach, y lleva razón. Poner en valor lo público, recuperar la importancia de lo público, será una de las lecciones que nos dejará esta gran pandemia que padecemos, quizá la más trascendente y una de las pocas lecciones positivas de esta inmensa tragedia global.


Después de tanto tiempo de neoliberalismo desenfrenado y sin control, de tantas décadas de impugnación sistemática de los servicios públicos, de sus privatizaciones más o menos encubiertas y de subordinación del interés general al dictado puro y simple de la ley del mercado, esta extraordinaria crisis sanitaria nos ha puesto frente a la dura y cruda realidad: sin ninguna intervención del Estado, sin regulaciones precisas que la controlen y moderen, la mera ley de la oferta y la demanda se convierte en la ley de la selva, en la que los poderosos tienen siempre las de ganar y los más vulnerables siempre están condenados de antemano.

Todas las crisis, tanto las personales como las colectivas, son oportunidades de cambio. Cuanto más grandes y generalizadas son, las crisis nos imponen retos y cambios. Ha ocurrido siempre en la historia de la humanidad, tanto en crisis provocadas por grandes pestes y pandemias -ninguna, no obstante, realmente global como la actual- o por no menos graves conflictos bélicos. Baste recordar que la implantación en gran número de países europeos de lo que conocemos como el Estado del bienestar fue una de las consecuencias directas de la gran tragedia de la Segunda Guerra Mundial y de la amenaza que el comunismo soviético representaba para las democracias. Fue una respuesta encabezada y practicada por los socialcristianos y los socialdemócratas, que fue combatida por los conservadores y liberales por lo que representaba de intervencionismo del Estado en la regulación de la economía, y que fue aceptada solo muy a regañadientes por los comunistas, que siempre la criticaron al considerarla insuficiente. Gracias a aquella iniciativa surgida de una crisis de tanta gravedad Europa sigue siendo todavía, con mayor o menor intensidad, hasta con alguna que otra excepción, la gran región de nuestro planeta en donde se dan los más altos niveles de progreso y prosperidad en un sistema basado en la libertad y la democracia.

La persistente labor de zapa del Estado de bienestar perpetrada durante estas últimas décadas lo ha dejado convertido, incluso en muchos países europeos, en un simple esqueleto de lo que fue. Desde que Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido preconizaron sus severas recetas  ultraliberales -que en no pocas ocasiones fueron asumidas total o parcialmente desde posiciones al menos en teoría progresistas y de izquierdas-, incluso en algunos países europeos lo que antaño fue un sólido y consistente Estado del bienestar ha quedado poco menos que desmantelado e inerme, incapaz de hacer frente a una crisis tan extraordinaria como la actual. Sobre todo cuando apenas habíamos comenzado a recuperarnos de las consecuencias económicas y sociales de la todavía reciente gran crisis financiera global de 2008. Era y es una opción basada en criterios no solo ni principalmente económicos, sino con profundas motivaciones ideológicas, que por otra parte a menudo anticipan una deriva iliberal, y por tanto nada democrática. 

Solo lo público nos salvará. O, como dice Ken Loach, “nos sacará adelante”. La recuperación de la primacía del interés general ante el interés particular, el coto a una globalización descontrolada y que acrecienta desigualdades sociales y territoriales, la sostenibilidad no solo ambiental sino también económica, la relativización del consumismo y la promoción de la educación y la cultura como elementos imprescindibles para el desarrollo colectivo, son grandes desafíos a los que deberemos enfrentarnos inmediatamente después de que consigamos al fin superar esta pandemia. 

Esto pasará, en primer lugar, por recuperar todo lo perdido durante tantos años en el desarrollo del Estado del bienestar, esto es en sanidad pública y en educación pública, en pensiones y toda clase de prestaciones sociales, como la renta mínima garantizada para el conjunto de la ciudadanía. O esto, o el caos. O nos salvamos, o desaparecemos. “Solo lo público nos sacará adelante”. Lo ha dicho Ken Loach y, en efecto, lleva razón.