Madrid: las colas de los test en las farmacias terminan en los hospitales

EL PAÍS: El cumpleaños de Javier Prieto, de 20 años, le puede salir caro. Este jueves se encontraba en la cola del 12 de Octubre con cara de enfermo, tos y algo de fiebre esperando el diagnóstico del test de antígenos. Iba acompañado de su amigo Joel Gómez, de 18, que tenía los mismos síntomas, además de algo de mareo y opresión en el pecho. Se arrepienten ahora de haber salido de fiesta el fin de semana pasado. Los dos celebraron en el pub Queen el cambio de década de Javier. Dos días después, vino una sorpresa. Uno de sus amigos les dio la voz de alarma a principios de semana. Les anunció a todos que había dado positivo. Ahora ya son tres con síntomas que esperan el resultado de la prueba de antígenos. “Se nos han fastidiado las Navidades”, admitía Joel, que pensaba cenar con su padre y probablemente se tenga que quedar en casa con su madre, con la que vive. “Yo lo mismo, estaré en casa con mis padres y ya está. ¡Qué le voy a hacer!”, lamentaba el cumpleañero.


Las colas de las farmacias en busca de algún test de antígenos se han trasladado a los hospitales madrileños, donde este jueves se han instalado algunas carpas para tratar de aminorar la imparable curva de contagios. Hace solo tres días la presidenta madrileña escribía el siguiente mensaje a sus cientos de miles de seguidores en Twitter: “Este miércoles ya está en todas las farmacias de Madrid el test gratuito para que los ciudadanos puedan analizarse y cuidarse. Con test, responsabilidad, vacunas y el refuerzo de sanitarios, superaremos esta ola”. Isabel Díaz Ayuso presumía estos días de haber comprado 12 millones de tests. Seis para las 2.910 farmacias que existen en la comunidad y seis para los hospitales. 48 horas después de su mensaje, la situación es caótica en las farmacias: no hay test, ni privados ni el que regala la comunidad. A esto se ha sumado un cambio de estrategia en la Consejería de Sanidad con la instalación de carpas en 15 hospitales de la región. Sin embargo, tampoco es como se había anunciado en un primer momento.

A las 18.44 del miércoles, el equipo de comunicación de la presidenta lanzó una nota de prensa a los medios de comunicación: “La Comunidad de Madrid abre desde hoy [por este miércoles] puntos para hacer test COVID en hospitales públicos fuera de Urgencias y solo para sintomáticos”. La iniciativa, explicaban, había comenzado ya en los hospitales de La Princesa, Fuenlabrada, Henares, Infanta Leonor y Sureste. Y añadían que desde este jueves se incorporarían a esta estrategia los centros 12 de Octubre, La Paz, Gregorio Marañón, Ramón y Cajal, Infanta Sofía, Torrejón, Alcorcón y Getafe. Los dos hospitales públicos de Móstoles se han quedado fuera del plan, pese a ser la segunda población más importante de la región, tras la capital, por lo que su alcaldesa, Noelia Posse, se lo ha afeado a Ayuso.

El objetivo, explicaban, era sumar una quincena de carpas para tratar de controlar la imparable ola de contagios que asesta Madrid, con 20.195 positivos registrados en las últimas 24 horas ―récord desde el inicio de la pandemia―, y con una incidencia que ha crecido hasta los 1.011 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Son cifras que hablan de una transmisión descontrolada, a las que se suma una Atención Primaria abatida tras las palabras de la propia presidenta hace unos días. “En algunos centros de salud no todos quieren trabajar y arrimar el hombro. No cogen los teléfonos, se cuelgan, de repente no hay médicos…”, dijo. Madrid tenía justo antes de que comenzara la pandemia 4.055 médicos de familia. Según el portal estadístico de la Comunidad, en noviembre había 4.033.

La realidad en la calle, sin embargo, es muy diferente. Ni el Gregorio Marañón ni el Hospital Princesa, al menos, tenían todavía instalada la carpa por la mañana de este jueves. El Colegio de Farmacéuticos tuvo que emitir un comunicado donde desmentía la información de la consejería de Sanidad: “Entre el 24 y el 27 de diciembre, la propia Consejería de Sanidad ha comunicado que no servirá más test, por lo que no habrá reparto ni dispensación a los ciudadanos hasta dentro de cinco días, el 28 de diciembre”. La psicosis colectiva por hacerse con un test ha provocado un efecto que recuerda a cuando se agotaba el papel higiénico en los supermercados por el temor a quedarse sin él.

Luis González, el presidente del colegio madrileño de farmacéuticos, lo confirmaba por teléfono: “La situación actual es que no hay ni un solo test ni de venta de privada ni de la comunidad”. A lo largo de este jueves e incluso del viernes, quizá puedan llegar algunas unidades a algunas farmacias, “pero estamos hablando de una cantidad ínfima de 20 o 40 test”. Horas después, la consejería ha rectificado y ha enviado otra nota a los farmacéuticos donde asegura que sí habrá reparto el 24 y el 27.

Las farmacias han distribuido hasta el mediodía de este jueves 1.002.687 test a los madrileños de los 1,1 millones que ya han recibido físicamente, según datos del propio Gobierno. Este viernes, día 24, el Gobierno aseguraba que iban a llegar un mínimo de 100.000 más. Aun así, la cifra queda lejos todavía de los seis millones necesarios para surtir a los madrileños y que Ayuso prometió.

El objetivo era repartir todos antes de Nochebuena. Pero va a ser imposible. Ayuso lo llegó a reconocer este jueves y dijo que la situación era complicada. “Somos conscientes de la espera y de las colas que se están produciendo en las farmacias. Nosotros queremos disculparnos por ello porque nada nos gustaría más que todos los madrileños lo tuvieran ya”, señaló en unas declaraciones enviadas a los medios de comunicación.

En el 12 de Octubre, donde algunos llevaban esperando más de una hora para realizarse la prueba, sufrían esa complicación Luna Ruiz y Pablo Martínez, una pareja de 30 y 28 años que lleva con dolores varios días. Se hicieron el test de antígenos de la farmacia y dieron negativo, pero los síntomas persisten y no se fían demasiado. Por eso han acudido al hospital, porque el resultado de las pruebas determinará si se van a su pueblo de Albacete, Hellín, para pasar las Navidades con sus respectivas familias, o si se quedan en Madrid. “¿Y qué vamos a cenar?”, preguntan. “Pues unas pizzas”, sonreían, con cierto pesar.

La pregunta del millón sobre si hay que hacer caso al resultado de los test de antígenos la responde Mari Liz Paciello, subdirectora médico de servicios centrales del 12 de Octubre, que observaba desde la puerta cómo avanzaba lentamente la larga cola que se había formado este jueves por la mañana. “Desde luego si da positivo es complemente fiable. Y si da negativo y no tienes síntomas se puede decir que también, porque significa que eres negativo en ese momento”, explicaba. La doctora reconocía que gracias a las vacunas la sexta ola no está siendo tan dramática como la primera, porque los positivos desarrollan una enfermedad con síntomas más leves y hay menos hospitalizaciones.

Allí, desde luego, no se había acercado gente sin dolores, tos o mala cara. Para Belén Pérez, de 34 años, e Inma Rodríguez, de 43, “la cosa pinta fea”. Ya se planteaban sacar “lo que sea” del congelador para cenar algo este viernes, daba un poco lo mismo, a estas alturas ya les importaba poco. Ambas trabajan juntas en servicios sociales y ambas tienen síntomas desde hace días. Y las dos pensaban que no se iban a librar porque de seis compañeros que conviven en la misma oficina ya han caído cuatro. “Quedamos nosotras dos…”, lamentaban. Habían llegado a la cola sin hacerse el test de las farmacias porque les había sido imposible encontrarlo, ni gratis de la Comunidad, ni comprándolo. Así que Belén creía que su Nochebuena la iba a pasar encerrada en casa con su pareja e Inma con sus dos hijos, de 13 y 11 años, hartos ya del coronavirus. “Ya tuvieron que hacer cuarentena porque yo ya pasé la covid”, lamentaba. “Lo único que pido es poder salir a la calle...”.